La caída de BABEL

Inspirada en la pintura de Pieter Brueghel y en la caída del imperio estadounidense, esta reflexión alude a un lento declive impulsado por la corrosión de los mitos que la sostuvieron. Como Roma, podría perdurar en nombre mucho después de que su esencia se haya desvanecido, consumida por la decadencia. Su caída no solo implicaría un cambio geopolítico, sino una crisis de significado: el colapso de narrativas como la democracia, la meritocracia o el progreso infinito ante la desigualdad, la polarización y el colapso ecológico. El imperio fue tanto una idea como una estructura, y su disolución será tanto material como simbólica. Su mayor ironía quizá radique en que las fuerzas que liberó se vuelven contra ella, creando un mundo demasiado complejo para dominar. Si cae, no será por un enemigo externo, sino por las contradicciones internas que olvidan una verdad histórica: ningún imperio es eterno.